jueves, mayo 13, 2004

El otro día iba en el carro por una de las avenidas de esta ciudad (Monterrey) que siempre recorro, y aunque me encanta mi ciudad, pensaba que casi todo es gris, los únicos colores que tenemos son los que nos muestran los anuncios panorámicos que nos encontramos por todas las avenidas y que cubren el hermoso paisaje de nuestras montañas. Bien pues iba yo pensando en eso cuando me detuve en un semáforo en rojo y comencé a observar a mí alrededor y de repente ahí estaba, me encontré con un árbol lleno de flores color violeta o lila no sé bien, pero que se veía hermoso entre todas las construcciones. El árbol estaba enmarcado por otros dos de hojas verdes muy hermosos que hacían resaltar el color de las flores del primero. Lo primero que pensé cuando lo vi fue buscar mi cámara y rápido antes de que el semáforo cambiara a verde la saque de mi bolsa y a tomar la foto, la gente de los carros de los lados se quedaba viendo y volteaban buscando que era lo que estaba fotografiando, creo que a ellos no les causo tanta admiración como a mi. La foto tal vez no sea muy buena, pero lo que me dejo sí. ¿Qué me dejo?, pues me dejo la lección de que no importa lo gris y triste que sea el lugar en el que me encuentre o la situación por la que atraviese, si tengo la fuerza puedo florecer, igual que este árbol.

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