martes, mayo 11, 2004

Ayer que regresé a mi casa después de comer en casa de mi mamá para celebrar el día de las Madres, mi querido retoño me dio instrucciones precisas de no bajar por ningún motivo de mi cuarto. Me dijo que si necesitaba algo le llamara para que le me lo llevara. Así que me puse a ver la televisión mientras me tomaba un refresco que él me llevo. Yo me moría de la curiosidad de saber lo que hacía pero en ningún momento desobedecí sus instrucciones no quería que se molestara y echar a perder la sorpresa. Ya de rato comencé a percibir ciertos olores que me indicaban que lo que hacía era preparar la cena. Pasó un rato y subió me dijo que si ya quería cenar y yo le dije que si, entonces iba a bajar pero él me dijo que no, que me subía la cena. Entonces subió con la charola con la cena. Preparo su especialidad unas chuletas de puerco y papas sazonadas que le quedaron muy ricas. Las chuletas estaban un poco secas pero con las lágrimas que derrame sobre ellas por la emoción quedaron un poco mas suaves, aunque saladas. Las papas le quedaron riquísimas, las sazona con todas las especies que se encuentra en la alacena y le dan un sabor muy especial. Junto con la cena me llevo un ramo de rosas, era una combinación de rosas amarillas, blancas y rosas, me sorprendió que no me llevara las típicas rosas rojas y entonces me di cuenta de que si pone atención las cosas que digo, porque siempre he dicho que prefiero las rosas de otro color y no rojas. Cuando ya terminé de cenar me llevo el postre, que eran una selección de diversos pastelitos sacados de una caja, pero los acomodo de tal manera que se vieran muy coquetos.
Nunca había tenido tantas atenciones, así que me sentía como una reina. Me siento feliz.

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