Dicen que soy soñadora. Y pues si, tiene razón soy una soñadora, de esas que se pasan el día volando en una nube color de rosa. Intento ver todo por el lado positivo, el bonito, el “rosita”. Me la paso soñando en que el mundo puede ser perfecto si todos ponemos de nuestra parte y no me gusta pensar mal de la gente. No puedo creer que alguien me quiera hacer daño, porque yo no se lo hago a nadie. No puedo entender como la gente gasta su energía en molestar a otras personas habiendo cosas realmente importantes y provechosas que hacer. Desde mi nube a todos los veo buenos, lindos y maravillosos.
El problema es que a veces esa nube en la que vivo es atacada por el viento o alguna tormenta y me tumba de ella. Entonces cuando ya no estoy ahí, en mi nube, cuanto estoy acá en la Tierra, me siento frágil y temerosa de lo que pueda pasar, siento ahogarme en un vaso de agua y veo los problemas más grandes de lo que son, o al menos eso me dicen mis amigos. Lo bueno es que siempre hay alguien que me haga ver que las cosas no son tan graves, que todo tiene solución y que no hay mal que por bien no venga (esto me lo dice mi abuelita), entonces trato de ver las cosas positivamente otra vez y busco una escalera para subirme a mi nube color de rosa y seguir viviendo en ella. Esta vez no olvidare ponerme el cinturón de seguridad, así por más que sople el viento no me voy a caer.