El sábado fue la boda de uno de mis mejores amigos. Yo estuve prácticamente a su lado durante todo lo que involucro la planeación de la misma, incluyendo la entrega del anillo de compromiso. Con él he compartido muchas cosas, alegrías, tristezas, viajes. En algún momento también he sentido que no me responde como debiera, y se lo he dicho. Tenemos diferente puntos de vista sobre cierta situación en la que la afectada fui yo, y pues como es lógico el no siente lo mismo. Aún así hemos seguido juntos en este año, me aguanto unos cuantos berrinches y me prestó su hombro para llorar, muchas veces sentí no me comprendía y se lo reclame. Le he gritado lo que ha pocas personas he hecho, y me ha aguantado. Es también una de las pocas personas que me han escuchado decir groserías. Aun así seguimos juntos.Este sábado me sentí feliz por el, por verlo feliz, por verlos a los dos tan felices, sonrientes y por compartir todo el día conmigo. Él es el primero del grupito que se nos casa y creo que pasará mucho tiempo antes de que otro lo haga. La boda estuvo muy linda, y todos nos divertimos mucho. Parecía como si todos nos fuéramos a casar, todos nerviosos, ansiosos porque llegara la hora, aguantando el frío para no perder el glamour y perdiéndolo después para la foto que conservaremos como el recuerdo de ese día, el día en que César se casó y todos estábamos juntos. Una foto que fue idea mía y que todos aceptaron emocionados, una foto que nos recordará por siempre que este año el grupo se unió aún más, y que tenemos nuevos miembros que se adaptan a nuestras costumbres y nos traen nuevas enriqueciendo aun más a todo el conjunto. Es una foto muy simple pero llena de significado para nosotros. La foto somos todos nosotros, el grupito con nuestros vestidos de fiesta pero en converse esos que nos han acompañado a lo largo de todo el año en nuestras aventuras y desventuras, esos con los que hemos caminado, saltado y que conocen nuestros secretos, los de cada uno y los de los demás.