martes, septiembre 23, 2003

esto de los días lluviosos llega a ser un poco desesperante, no puedes hacer tantas cosas como quisieras y para colmo a veces llega a deprimirte. Para curarme la depresión ayer me lance a San Agustín en busca de unas botas rojas. Si ¡rojas! El año pasado vi unas en el Mall de Laredo y no las compré, lo pensé mucho (extraño, pero lo hice) y finalmente decidí no comprarlas, pero cuando llegue a Monterrey me arrepentí, es que estaban bien chidas. Así que me pasé todo el invierno lamentándome por no haber comprado esas botas.
Con esto de la llegada del otoño comencé hacer un recuento de lo que necesitaba y recordé, aquellas botas, ya sabía que difícilmente iba a encontrar unas iguales, pero no hay peor lucha que la que no se hace, así que saliendo de la oficina me fui directito a Plaza Fiesta a recorrer las zapaterías y después de un buen rato encontré unas, no son iguales que aquellas pero me gustan y además son más baratas, entonces como desaprovechar la oportunidad, así que ya tengo mis botas rojas.
Si el clima sigue como hasta hoy, muy seguramente podré estrenarlas muy pronto.

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